Proyecto:
En esta etapa se realiza el diseño detallado de la instalación eléctrica, teniendo en cuenta las necesidades específicas del cliente, las regulaciones y normativas locales, así como los requisitos de seguridad.
Se determina la distribución de los circuitos eléctricos, la ubicación de los dispositivos de protección, como interruptores y fusibles, y se calcula la capacidad de carga necesaria para satisfacer la demanda energética.
Además, se seleccionan los equipos y materiales adecuados para la instalación, asegurando su compatibilidad y eficiencia.
Replanteo:
El replanteo implica la marcación física en el sitio donde se llevará a cabo la instalación eléctrica. Esto incluye la ubicación precisa de los puntos de conexión, los conductos eléctricos, los dispositivos de protección y otros componentes.
Es crucial garantizar la precisión y la alineación adecuada durante el replanteo para evitar errores durante la instalación.
Instalación:
Durante esta fase, se lleva a cabo la colocación física de todos los componentes eléctricos según lo especificado en el proyecto y el replanteo.
Se cablean los circuitos eléctricos, se instalan los paneles de distribución, los transformadores (en el caso de instalaciones de media tensión), los dispositivos de protección y los sistemas de puesta a tierra, entre otros.
Es fundamental seguir los estándares de seguridad y las mejores prácticas de instalación para garantizar la fiabilidad y la seguridad de la instalación eléctrica.
Puesta en Servicio:
Una vez que la instalación física está completa, se procede a la puesta en servicio, que implica la activación y la verificación de todos los sistemas eléctricos.
Se realizan pruebas de funcionamiento para garantizar que todos los componentes estén operando correctamente y que la instalación cumpla con los estándares de rendimiento y seguridad.
Se verifica la correcta operación de los sistemas de protección, se realizan ajustes si es necesario y se proporciona la documentación correspondiente al cliente.
